AUGUST: IN MEMORIAM

Este señor se llamaba August Landmesser y en 1.936, en pleno auge del nazismo, tuvo la valentía de negar el saludo nazi en medio de una multitud. Una foto lo retrata. ¿Por qué? Esta conmovedora historia que hoy reproduce el diario español «El Mundo» trascendió a partir de su publicación en el blog Senrimonchi -creado para facilitar las tareas de socorro después del terremoto de Japón en marzo de 2.011. Según cuenta el blog, durante la botadura de un buque de la marina alemana una multitud de personas se congregó en Hamburgo. Mientras todos levantaban su brazo para hacer el saludo nazi, uno de ellos se quedó con sus brazos cruzados. Era Landmesser. Recién en 1.991 una de sus hijas identificó a este hombre como August Landmesser, un trabajador del astillero de Hamburgo. Landmesser tenía detrás una desgarradora historia, la razón por la cual no realizó el saludo. Aunque fue del Partido Nazi desde 1.931 y hasta 1.935 fue expulsado por haberse casado con una mujer judía, Irma Eckler. Con ella tuvo dos hijas y esto le costó la cárcel por "deshonrar a la raza". De Irma se cree que fue detenida por la Gestapo y metida en la prisión de Hamburgo y sus hijas (Ingrid e Irene), separadas. A Ingrid se le permitió vivir con su abuela materna, mientras que Irene fue llevada a un orfanato y más tarde adoptada por una familia. Una vez que Landmesser salió de prisión en 1.941 fue enviado a la guerra, aunque pronto se le declaró como desaparecido en combate y se le dio por muerto, tal y como publica un blog de «The Washington Post». En 1.996 una de sus hijas, Irene, escribió la historia de su familia con el fin de contar al mundo la desgarradora historia de su padre y su madre y de cómo fueron separados por el régimen nazi... He aquí mi humilde homenaje en estos versos a un verdadero héroe de carne y hueso, sin capa, sin espada, sin máscara, y no vuela. Es un hombre verdadero, con sus «convicciones» bien puestas. Además una denuncia directa a todas las dictaduras o extremistas que han existido y existen todavía. El nombre Augusto resulta igual y debo pedir perdón por el insulto, al dictador chileno, entrometido y aliado incondicional de Margaret Teacher en la guerra de Malvinas, por su ambición expansionista. Traidor a sus colegas argentinos en ese momento, por su odio a la humanidad en general... ¿Que hay peor que un traidor? Nada, no existe nada peor que un traidor... Sé que te gustará tío James.


August,
esa es la palabra exacta que perforó la piedra,
y lacró una fecha en el calendario,
como día de la muerte a cambio del silencio.


August,
aquello que identificó una posición en el mundo,
un lugar en el universo,
un nombre en la historia.


August,
aquel que diseñó su propio destino,
como usted, como yo,
cual ave migratoria que en pleno vuelo
cambió su rumbo,
sus ideas,
hacia la luz muy lejos de las sombras.


Él venció sus miedos,
del poder hipnótico de la serpiente,
y la hizo suya
destrozando su cabeza en mil pedazos.


Fiel a su líder fue traicionado,
asesinado en sus afectos,
destrozado.


No vivió para contarlo,
pero su imagen habló por seis millones,
cual voces que al unísono clamaron,
implorando la piedad que no tuvieron.


Arrancados de sus nidos
su corazón perdieron,
y murieron,
y sus almas concientes aun por los rincones lloran,
los inmundos agujeros,
por los hornos donde moran.


Y quedó su nombre
estampado en la memoria.


Noble portador de la bandera tricolor,
aquella,
flameante aun en la distancia,
celeste paz,
rosado amor,
verde justicia.


Perdió su cuerpo,
mas su alma permanece intacta
conciente,
como ejemplo vivo de libertad de mentes,
del Dios que hace posible la igualdad de los hombres,
rubios,
morenos,
mestizos,
amarillos y rojos,
que al sangrar huelen igual,
y purpúrea en la tierra derramada,
esa sangre es la misma,
de los vivos y los muertos
con el mismo corazón,
y una madre bien amada.


Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron