lunes, 6 de febrero de 2012

MISIÓN EQUIVOCADA



No hay mejor castigo para la soberbia que la muerte, pues empareja a todos los seres vivos por igual. J. J. Cameron

Aquella madrugada perfilaba nubarrones y un cielo gris no dejaba lugar a dudas. La operación “Luna en Tauro” debía cumplirse a rajatabla y las órdenes eran inamovibles: “Pájaro blanco beba sobre laguna verde”, lo que en código militar significaba: bombardeo rápido sobre lugar predeterminado.
El vice comodoro Peter Blacker cumpliría con su bautismo de fuego en batalla; las horas de vuelo en prácticas habían finalizado. Las coordenadas estaban dadas desde los altos mandos y él debía obedecer. Y partió. Su suerte estaba echada…
–Imox 68, encienda motores y emprenda la marcha… Suerte, Judah.
Es moneda corriente que en el sector militar aéreo se utilicen cambios de nombres o apodos en los pilotos y aviones, para despistar sobre posibles infiltraciones enemigas.
–Comienzo despegue…, piloto alistando…, retorno al nido 9.50 horas A. M. en condiciones normales de visibilidad…, gracias torre.
Su velocidad match uno, hasta entonces inalcanzable, le hizo tomar contacto con el objetivo en sólo cincuenta minutos, y allí estaba la usina que debía ser exterminada. Eran tres enormes infraestructuras, la mayor, la del medio y la menor.
Día establecido 14. Nombre de fantasía Black Mountain. Ese era el objetivo y Peter era el más capacitado para dicha misión. Aquella usina llevaba allí treinta y dos años, y no había posibilidad de error. Su destrucción era inminente. La no supervivencia era vital. Esa gente en dicho lugar estaba preparada para manejar otras usinas, por lo tanto, a los fines de confrontación, la vida humana valía menos que una cáscara de nuez.
–Blanco a la vista… En posición de fuego. Pido confirmación de ataque o cambio de último momento.
–Confirmado Judah…, prosiga.
El sol dejaba reflejarse a través del fenómeno purkinje, en una gama de colores que iban del amarillo al rojo púrpura. Un paisaje maravilloso para semejante escarnio. Ese día la usina trabajaba a full, con doscientos treinta personas en actividad, inocentes al llamado de la guerra, sin ganancias en la victoria, pero sí perdiendo sus cuerpos que quedarían desintegrados con plasma esparcido en los escombros, y el llanto de sus hijos esperando el regreso como aves en el nido, de picos abiertos al encuentro, y hallar el vacío, sin nutrientes, sin sueños ni afectos arrinconados, donde sólo cabe la vergüenza.
–Cuatro misiles impactaron. Todo está en llamas. Se fue al infierno…, misión cumplida. Hora 7.07 minutos A. M. y volviendo a la base.
–Atento, Judah, error de mando, usina nombre Black Mountain, no proceda, repito, no proceda.
–¡Imposible abortar…, objetivo destruido! ¿Qué significa…? Explique torre.
–Error del alto mando. Error de tiempo, era el día 5…
–¡No puede ser, el alto mando jamás se equivoca!
–Lo lamento…, retorne a la base. Esperamos que la misión “Luna en Tauro” no
haya fracasado a pesar del error en la fecha… Dios nos ayude.
–Enterado… Fin de la transmisión.
El comandante de la operación fue trasladado a una pieza de dos por dos para clasificar cartas de toda la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Se deprimió tanto que tuvo incapacidad temporal, y luego permanente en los miembros inferiores. Murió en silla de ruedas en su casa de Oklahoma.
Después de aquel suceso Peter pidió la baja aduciendo no poseer vocación de servicio, falta de credibilidad a la obediencia debida y fobia a las alturas. Volvió a su viejo apartamento en Nueva Jersey, en una edificación que los latinos llamaban “conejera”.
Él fue engañado, humillado, aun así su inconsciente era culpable. Culpable de las bombas, las llamas, la muerte… ¡Culpable, culpable! Le dijeron que la usina estaría vacía…
–¿Cómo pudiste ser tan estúpido, Peter, de pensar que una usina se manejaría sola? ¿Deseabas creerlo con todo tu corazón? Hasta te convencieron de que eran de avanzada utilizando robotización… ¡Jamás lo creíste! Fuiste un simio que no ve, no oye, no habla… Hijo mío, soy yo, tu padre, el autor que da vida a tamaña farsa. ¿Verdaderamente no creíste lo que escuchabas? Pensaste en el ascenso a comodoro, el premio al valor, el aplauso de tus colegas y familiares que hincharían tu pecho como paloma… Pero, qué valor puede haber a cinco mil metros de altura, rostro cubierto, máscara de aire, cargado con misiles aire tierra en tu mortífero f 14, con el pulgar en el botón jugando a ser todopoderoso, con gente que no pensaba morir ese día.
El jefe del alto mando celestial, tú Dios y el mío, dirigió la operación tal cual pasó; ¿Cómo? alterando el calendario mental de tu estoico jefe, un vil, hipócrita y autoritario con armas. No hay misericordia para la soberbia.
–¡Me mandaron, eran órdenes que debía cumplir! Pero nunca sabré cuánta gente asesiné…, y si en verdad no hubo nadie. ¡Dios dime que fue así! La duda me está matando… –lloraba recordando aquella fatídica comunicación.
–Cuatro misiles impactaron. Todo está en llamas. Se fue al infierno…, misión cumplida. Hora 7.07 minutos A. M. y volviendo a la base.
Una noche, el olor era insoportable por los pasillos húmedos y fríos del edificio. El conserje con su llave maestra entró al 41 junto con los “socios del morbo”, y encontraron balanceándose de una cuerda el cadáver descompuesto. No lo mató la soga, no se ahorcó por culpas y arrepentimientos, ensordeció su mente e indiferente hizo su trabajo. Estaba preparado para matar, engañado o convencido, por convicción u obediencia debida, en su corazón no había espacio para la compasión, su piel se endureció de tal manera y sus ojos se envanecieron con las túnicas resplandecientes de los ángeles envueltos en piedras preciosas, que no reparó en aquellas alas membranosas y puntiagudas como murciélago, porque no venían de la luz sino de la sombras.
Dos días antes del bombardeo a las usinas, un ángel de paz llamó alertando y la evacuación fue un éxito. Todo ser vivo en 50 kilómetros a la redonda sobrevivió al ataque.
–Peter Blacker, no te mataron los recuerdos, tus pecados, ni lo que pudo ser… te mató la intención, la que moviliza por dentro para bien o para mal. Se puede sanar o matar, hacer feliz o infeliz a alguien que por derecho natural viva en este mundo. Esa intención hace milagros, pero también incinera las entrañas. Es la rueda del pensamiento. Antes de cerrar la cabina debiste pensar para no quedar entrampado. Te mató la intención, Peter, te mató la intención.
Sabes, hijo, quedarás por siempre en el relato, y no habrá quién te redima. Cuando me miro al espejo por las mañanas, veo que lejos estamos de parecernos a Dios. Yo también equivoqué el camino, y aprendí después. Visítame en los sueños, cuéntame si aprendiste a perdonarte, y cuídate al volver a la tierra, cuando hayas elegido el cuerpo, la familia, tu tiempo de reencarnar, y olvidado todo sobre tu vida anterior, trata, trata de ser mejor persona. No me defraudes hijo de los versos, pues yo te seguiré pensando y te perdono, te perdono, porque fui yo quien imaginó tu existencia y tus errores, como un espejo, son todos míos.


Derechos Reservados © Jorge Judah Cameron

1 comentario:

  1. Impresionante querido hermanito, esto es terrible este documental, muchas gracias por compartirlo, un abrazo para vos y para el tío Jaime
    Noe

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